Años jugando con el cambio de hora
Tal vez ninguna regulación sea tan omnipresente como la fijación de normas horarias, pero los responsables políticos siguen debatiendo alternativas con escaso o nulo reconocimiento de cómo responderán los miembros de la sociedad a esos cambios
When we change the clock, Does the clock change us? – National Bureau of Economic Research 2023
En unas semanas se viene una fecha en la que habitualmente se entra en un debate interminable, me refiero al cambio de hora, según el calendario planificado, el día 1 de abril de 2023, entraremos en horario de invierno, si es que no volvemos a jugar con la fecha como ha sido la tónica a lo largo de los últimos años.
Este tema a lo largo de los años, se ha transformado en una de mis obsesiones, ello producto de una falta de seriedad y planificación en el diseño e implementación de dicha política pública, en los últimos días hemos visto nuevamente voces para pedir el aplazamiento del cambio de hora, si como lo lee a una semana y media del cambio.
Dado que se acerca la fecha, me atrevo a compartirles un reciente análisis del costo que tiene y que ha tenido cada vez que lo hemos movido (en varias oportunidades), generalmente justificados por razones que al menos a mi me generan bastantes dudas, y por cierto sin ningún tipo de análisis de los costos involucrados. Aprovecho la oportunidad de agradecer la ayuda de Eduardo Díaz con quien compartimos esta preocupación desde hace años, Ramón Rodriguez y otros por su valiosa ayuda en validar supuestos y métricas, así como comentarios muy atingentes al borrador de mi análisis.
Hace ya años que la administración había prometido tener una discusión seria sobre la conveniencia o no del cambio de hora. Tanto es así, que el último decreto que regula la fijación de los horarios de verano e invierno, se planteó además de establecer las nuevas fechas de entrada en vigencia del horario de invierno y verano, discutir los beneficios y costos del cambio de hora, ya se cumplió el plazo allí establecido y aún no ocurre nada.
Pues bien, se acerca la fecha de un nuevo cambio, es de esperar que al menos se respete (cosa que NO ha ocurrido en muchas oportunidades), y que si alguien tiene la idea de moverlo, al menos evalúe el esfuerzo y costo de esa decisión y no solo los supuestos beneficios (si no lo puedes ver en tu navegador, se puede descargar desde aquí).
Información Complementaria:
- El paper citado corresponde a: When We change the clock, does the clock change us? – Patrick Baylis, Severin Borenstein y Edward A. Rubin – Working Paper 30999 – National Bureau of Economic Research – March 2023
1000% de acuerdo! «El cambio del cambio» también ha sido una obsesión para mi y cada vez que lo mueven con poca anticipación me indigno, más aún por los argumentos ridículos que siempre dan.
En fin, espero este año se mantenga como está programado.
Gracias por el comentario Eduardo, efectivamente los argumentos son bastante ridículos, por ejemplo recuerdo el año del terremoto, en que el argumento fue «para tener más luz» como si las horas de luz se disminuyeran dependiendo de la hora, jajaja.
también espero que no lo muevan o que si lo van a hacer piensen que le cuesta por los bajo 25 millones de dólares al país.
Saludos
Alejandro
«La hora es sólo un parámetro» – pero hay que ver lo condenadamente difícil que puede ser cambiarlo.
Un ejemplo menos citado: automóviles -los modelos más recientes sincronizan el reloj del tablero con GPS (que no es más que una señal horaria muy, muy precisa) y usa la zona horaria… del año de fabricación del auto.
Es decir, a partir de una decision política ahora el reloj de mi auto está mal – ya sea cuatro semanas al año, o seis meses, o para siempre si escogemos UTC-5.
¿Se puede parchar? Depende del modelo. Habría que calcular primero el costo para el fabricante de mantener su base de datos de TZ actualizada, con la frecuencia que demanda Chile (entre anual o cada 4 años), y con la rapidez que se necesita (una semana de aviso). Poco probable. Me viene a la mente esa vez que pasé una semana con el tablero en negro (sin radio ni reloj pero con velocímetro) por intentar el parche yo mismo. Costo de falla.
Y finalmente el costo en productividad incluye eso. Llegar tarde cuando algunos relojes mienten. Que el calendario de la empresa no se sincronice. Que el GPS imparchable estime mal. Miles de minutos ocupados en coordinar (o corregir) la hora de la reunión escribiendo un email y hablando, porque no se puede confiar en el calendario ni en el sistema.
Y todo eso en un momento en que hablamos de incrementar la productividad.
Es difícil de comprender.
Muchas gracias Felipe por tu comentario, mi cálculo de costo no incluyó muchas áreas como la que planteas, efectivamente el costo corresponde a un piso del costo total.
Saludos
Alejandro